Un hombre rico se compra un Lamborghini nuevo.

Un hombre rico se compra un Lamborghini nuevo.

Es el coche más caro del mundo y quiere presumir de él, así que lo saca a dar una vuelta.

En el primer semáforo, un ciclomotor antiguo se detiene a su lado. El anciano piloto se queda mirando la superficie lisa y brillante del automóvil y le pregunta: «¿Qué ruedas tienes, hijo?».

El hombre responde: «Es un Lamborghini. Cuestan alrededor de un millón y medio».

El viejo se sorprende: «Eso es mucho dinero. ¿Por qué cuestan tanto?».

El hombre guay responde orgulloso: «¡Porque estos bebés pueden alcanzar los 320 kilómetros por hora!».

El caballero del ciclomotor pregunta: «¿Puedo echar un vistazo por dentro?».

«Claro», responde el dueño. El viejo asoma la cabeza por la ventanilla y echa un vistazo.

Recostado en su ciclomotor, el viejo dice: «Es un coche muy bonito».

 

En ese momento, el semáforo se pone en verde y el hombre decide acelerar. En un abrir y cerrar de ojos, el velocímetro marca 320. De repente, ve un punto en el retrovisor que parece acercarse. Disminuye la velocidad para ver qué puede ser, y ¡zas! Algo pasa a su lado a una velocidad increíble.

 

El tipo se queda atónito: «¡¿Qué demonios puede ser más rápido que mi coche?!». Entonces, delante de él, ve el mismo punto, volviendo. ¡Whoooooosh! Vuelve a pasar, en dirección contraria. Casi se parece al viejo del ciclomotor.

«No puede ser», murmura para sí. «¡¿Cómo podría un ciclomotor dejar atrás a mi Lamborghini?!» De nuevo, el maldito punto aparece en su retrovisor. ¡Woooooosh! ¡Ka-boooom! Se estrella contra la parte trasera de su coche, destrozándola. El tipo salta y ¡ES el viejo!

Por supuesto, el ciclomotor y su conductor están malheridos, así que se arrodilla junto a él y le dice: «Estás gravemente herido, ¿puedo hacer algo por ti?».

El viejo gime: «Sí… desengancha mis tirantes de tu espejo lateral».

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