Había un mayordomo llamado James que trabajaba para un viejo multimillonario decrépito que tenía una esposa de 25 años que estaba buenísima.
James estaba encaprichado con ella y sabía que no estaba siendo satisfecha por ole crusty.
Más de una vez lo sorprendió mirándola fijamente y ella parecía más halagada que ofendida, lo que reforzaba la idea de que ella necesitaba algo más.
Una noche los dejó en una cena de 5.000 dólares el plato y James volvió a la mansión.
Una hora más tarde, la esposa regresó sin el multimillonario, inesperadamente…
Le dijo a James que la siguiera hasta el dormitorio, donde cerró la puerta tras ellos
Ella dijo «James, quítame la blusa».
Él hizo lo que ella le pedía, con los dedos temblorosos.
Ella le dijo: «James, quítame la falda».
Él volvió a obedecer con dedos temblorosos.
Ella dijo: «James, quítame el sujetador».
De nuevo, cumplió, los dedos le temblaban aún más.
Ella dijo: «James, quítame las medias».
Las manos de James temblaban ahora de forma casi incontrolable.
Ella dijo: «James, quítame las bragas».
Una vez más, él obedeció y sus dedos apenas podían agarrar las bragas porque temblaban tanto. Eso era todo…
Entonces ella dijo «Si te pillo llevando mi ropa otra vez James, ¡estás despedido!».
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com