Un día, un borracho decide ir a pescar en el hielo.
Sale al hielo y empieza a hacer un agujero con su barrena.
De repente, oye una voz atronadora que dice: “¡Ahí no hay peces!”.
Mira a su alrededor sobresaltado, pero no ve a nadie.
Recoge sus cosas, se tambalea hasta otro lugar y empieza a hacer un nuevo agujero.
Vuelve a oír la voz retumbante: “¡Ahí no hay peces!”.
Se desplaza de nuevo y empieza a hacer un nuevo agujero y vuelve a oír la voz.
“¡Ahí no hay peces!”, retumba.
Levanta la vista, nervioso.
“¿Dios? ¿Eres tú?”, pregunta.
“No, es el encargado de la pista de hielo. Ahora lárgate, borracho idiota”.