El pastor se turbó por la petición del hombre
En un pequeño pueblo, había dos hermanos…
… que, en el transcurso de muchos años, engañaron, estafaron, robaron y en general robaron a todos con los que hicieron negocios.
Todo el pueblo y la comunidad circundante vilipendiaban y despreciaban a estos dos hermanos, ya que todos eran conscientes de lo deshonestos y de dudosa reputación que eran.
Un día, uno de los hermanos murió misteriosamente.
Aunque nunca habían asistido a la iglesia, el único hermano que quedaba se dirigió al pastor local y le ofreció una gran suma de dinero si acudía al funeral y pronunciaba las palabras apropiadas, Y, además, una gran prima, pero SÓLO si -en el transcurso del panegírico- se refería a su hermano como «un santo».
El párroco se preocupó por la petición, sin embargo, era una iglesia muy pobre y la iglesia necesitaba reparaciones desesperadamente.
Los feligreses habían oído hablar del dilema del pastor y tenían curiosidad por saber qué haría.
Comenzó el funeral, la iglesia estaba abarrotada y el pastor comenzó con las oraciones habituales y siguió los ritos y tradiciones tal y como exigían las enseñanzas de la iglesia. Para terminar, después de referirse al hombre de la caja, hizo una pausa y se volvió para mirar al hermano que quedaba.
Comenzó: «Como todos ustedes saben, el difunto era un individuo horrible que robaba, engañaba, estafaba y robaba a todos con los que hacía negocios…».
«… Sin embargo, comparado con su hermano, ¡era un santo!».