Un médico de un manicomio decidió llevar a sus pacientes a un partido de béisbol.
Durante semanas, entrenó a sus pacientes para que respondieran a sus órdenes.
Cuando llegó el día del partido. Todo fue bastante bien.
Cuando empezó el himno nacional, el médico gritó: «Arriba chiflados», y los pacientes obedecieron poniéndose de pie. Tras el himno, gritó: «Abajo, locos», y todos volvieron a sentarse en sus asientos.
Después de un home run, el médico gritó: «¡Viva los locos! Todos aplaudieron y vitorearon.
Cuando el árbitro tomó una decisión especialmente mala contra la estrella del equipo local, el doctor gritó: «Booooo Nuts», y todos empezaron a abuchear y a gritar.
Cómodo con su respuesta, el doctor decidió ir a por una cerveza y un perrito caliente, dejando a su ayudante al mando.
Cuando regresó, había un motín en marcha.
Al encontrar a su agotado ayudante, el médico le preguntó: «¿Qué demonios ha pasado?».
El ayudante respondió: «Todo iba bien hasta que pasó un tipo y gritó,
«¡PEANUTS!»